Hay momentos en los que no quiero escribir y divago. Pensando talvez en esa pregunta suelta, pronunciando nuevamente aquella gastada propaganda. Absolutamente nada cambia en el mundo, aunque en el mundo en el qué las cosas están mantiene como única constante la condición de ser mutante.
A veces afilo un lápiz y desperdicio todas las hojas que puedo, pero sigue sin ser suficiente; igual no me siento a gusto o disgusto con nada en particular en la basura que se convierte cada hoja.
Sólo me divierte la idea de cierta penitencia. Aunque supongo la ubicación de los errores ya no tengo ganas de distracción y la creación me sigue pareciendo otra de esas cosas inútiles que a veces hago. Y como decía el que canta: mientras haya todavía tinta yo seguiré desperdiciando.
La mayor dificultad estriba en lo esporádico y desordenado del ritmo que forman los intentos. Avezado con la disciplina pero aún sin conectar las historias las formas se oscurecen de repente.
RÁPIDO CORREN LAS VUELTAS VOLTEANDO TODO LO QUE VA Y VIENE
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