Hoy, cada color pierde su infinita tonalidad y se tatúan de negro las piedras, los pájaros y el aire que nos respira (metáfora robada de una música triste) El tiempo se detiene y los colores se confunden en un solo tono; cuando todo se inunda de negro el gris se confunde con luces y esperanza a la pupila. Las piernas me tiemblan en las sombras desesperanzadas y quietas que se vienen congregando en el secreto de los parpados cuando los ojos se cierran. En la noche de los cuervos la luz quiere anunciarse en tonos grises, buscando a hurtadillas la clave penosa, la fuerza de la luz oscura es ilusoria; pinta de negro a cualquier arco iris. Un punto mágico en el universo, una razón para buscar, las formas mágicas en el asfalto o la promesa insatisfecha de conocerlo todo, no se pueden buscar a ciegas en la oscuridad que tiñe de negro cualquier horizonte, ausente de todos los colores.
Si el hombre no hiciera buenas obras, no sería creyente.
Pero él las hace, venciendo las resistencias del egoísmo; él se ha sentido ser, alguna vez, creador de bien; por esto espera. Porque el bien ha llegado muchas veces, puede llegar hoy; porque ha sido antes, puede ser ahora, en este mismo instante puede ser. (Antonio Caso)
En las noches cierro los ojos y miro fantasmas que llegan de aquellos días... pesadillas… soñé que nacía un nuevo Cesar y que a todos nos quemaría como aquel que pretendió salvarles de la corrupción y el pecado. Talvez haya sido la exaltación o la impotencia acompañando al insomnio, pero aquel sueño parecía tan real que todavía intento discernir lo onírico de lo virtual. Ahrora estoy mirando fantasmas; cuando cierro los ojos las pesadillas vienen antes del descansó, todavía puedo ver el fuego y sentir como me quema los ojos, se saturan los oídos con los gritos, lamentos y voces temblorosas por seguir hablando, se sigue negando a despertar. Todos los poemas tienen lobos, menos dos, o tres, talvez sin mirar hacia arriba se pueda escupir al cielo. Todavía secándome las lagañas he tenido que comenzar a narrarles la pesadilla en la que el Cesar volvió en dolby digital y sonido envolvente en sus 5 millones de canales. Sé que puede parecer un sueño demasiado emparentado con los miedos que infunde sólo el señor de las tinieblas, pero debemos recordar que la realidad siempre supera a la fantasía o, en este caso, a nuestras más ufanas pesadillas.
I. Un sueño de ayer Cada conciencia rellena arbitrariamente los espacios que le deja su percepción; imaginamos lo que nos hace falta en la percepción de nuestro mundo inmediato. Pensamos en nuestro mundo demasiado poco, egoístamente imaginando lo que nos haga falta. Pienso, que aquello que veo en mi cabeza es idéntico a lo que pasa de manera real en el mundo de los demás. Confusión entre dos tipos de racionalidad. Pensamos que el mundo, México, está dividido entre bandos contrarios (dos). Decidimos creer arbitrariamente. Cada cabeza es un mundo se convierte en un principio rector y ya no en una frase dentro de un contexto. Completo la poca información que me llega de lo que veo con lo que imagino; decido creer en los discursos de las personas a las que de antemano ya he elegido para creer. Sin asumir el riesgo de preguntar y explorar las opiniones contrarias, decido no creer en el cambio de zapatos, para no tener que enfrentar la desprotección del riesgo que conlleva el pensar reflexivo, moviéndome en el cálculo y la valoración superficial no correré peligro alguno por pensar. Algunos van más lejos y se atreven a hablar de las personas a su alrededor como sí estuvieran hablando de personas reales y no de ideas existentes sólo en su conciencia, como sí no fuesen sólo ideas en mi cabeza. Asumiendo la responsabilidad de valorar reflexivamente es obvio que salimos de nuestro ámbito familiar; ámbito que construimos como barrera frente al cambio, que siempre nos arriesga, abandonamos nuestra esperanza al miedo que siempre la acompaña; la cuota de equivoco que existe en cualquier riesgo que corremos la olvidamos a favor de vivir en paz. Los actores de la comedia trágica de nuestras elecciones pudieron convencernos a todos para que creer en su opinión parcial y ficticia como si al escucharlos nos enfrentáramos de manera real con la verdad indiscutible que se infiere de la lógica y la razón, pero además, de la buena voluntad cuasi-religiosa de nuestros santos gobernantes. Desafortunadamente, la mayoría ha tenido que elegir a la televisión como su contacto inteligente, libre y objetivo con el mundo. Reflejamos todos los días nuestra adicción a no pensar y nos sentimos felices de recibir opiniones prefabricadas de nuestra caja de sueños. Mientras Televisa y tv Azteca reclamaron como propio el derecho de inyectar credibilidad al IFE, las personas (el individuo irreducible que conduce la combi o que ofrece cátedra en la universidad) del país prefieren creer que piensan con el sólo hecho de ver las noticias en la tele y de vez en cuando algún programa de los llamados de “análisis” político. Las televisoras de nuestro país van en camino acelerado a convertirse en la fuerza de credibilidad más grande, serán muy pronto la única opinión que goce de respeto. En un futuro no muy lejano acudirán millones de simpatizantes a marchas, plantones y firmas colectivas de documentos que le rogarán a los conductores honorables de la televisión nos den su mejor opinión sobre nuestra propia vida, sólo podremos salir a la calle cuando sea un buen día, según la opinión más respetada del horóscopo.
II. Si sale en la tele sabe lo que dice ¿Qué clase de libertad podremos sufrir en tales circunstancias? La libertad del mexicano nunca ha sido precisamente típica o fácil de identificar, incluso de ser defendida. Nuestras decisiones se endurecen por la cantidad de personajes, empresas e instituciones que han comenzado a jugar su propio juego, además de jugar por sus propios reconocimientos, pero en donde el único calor que se propone es el de tener (como posesión enfermiza y atrayente) y no el de ser, cualquier valor de ser podría citarse en contraposición a el tener y siempre saldría victorioso de tan dispareja confrontación, el problema es que en toda confrontación es difícil no temer la derrota y siempre será más cómodo vivir con la duda y sin cicatrices que con la derrota en nuestro corazón. Todos los personajes nos dieron muestras brillantes de su capacidad para imaginar las declaraciones más desapegadas a la realidad. Las opiniones de los “periodistas” de la televisión siguen describiendo muy bien el mundo “irreal” de sus cabezas, pero sospechamos que muy poco saben del mundo al que supuestamente están definiendo, la sospecha fundada en la poca o nula adecuación de lo que se escucha con lo que se vive en el México que no se define en bandos y militantes. Es difícil mantener la calma y la objetividad cuando se mira la tele; Hablan las personas de la tele, los más escuchados en tiempos difíciles, de su mundo irreal y se comienza a creer que un personaje como el de Carlos Marín es gracioso y que Loret de Mola es un joven suspicaz con comentarios valiosos, sin atender a lo que se dice y el porque de lo que se escucha. Demasiado cálculo y análisis de posturas y poca reflexión sobre los datos que generan las posturas. Hay que reconocer que la televisión ha sabido desde su aparición pescar en los ríos revueltos; hicieron mejor campaña electoral que ningún otro partido político. Ante el poco interés que despiertan los candidatos registrados y ante la división, que la misma tele contribuyó a fomentar, los llamados “ciudadanos” quisimos creer que la verdad está en todas partes y que la tele, desinteresadamente, nos ayudaría a mirarla con el mínimo de esfuerzo. Tan bien ha sido elaborada su campaña que creemos: sí sale en la televisión es porque sabe lo que está diciendo; siempre ha sido menos riesgoso creer en opiniones autorizadas que pretender pecar de ciudadanos libres. Adormecidos como somos los seres humanos, los medios han optado por tomar en sus manos la responsabilidad de un papel más activo en el país que comienzan a reclamar como bajo su cuidado. El único valor creativo en la televisión consta en las formas y estrategias para fabricarse un doble discurso que en cualquiera de los casos puede venderse como real; Márquez estaba viendo las noticias cuando dijo que la realidad siempre supera a la fantasía y Caso debió lamentar no poder hablar de tal problema, cuando menos nosotros debiéramos lamentarlo.
III. Sólo una escala más de agotamiento El nivel cultural de nuestro país no da para mucho más; nos han vendido la idea de que pensar y leer es aburrido y poco fructífero, o cuando menos no es tan valioso leer un libro sobre la historia de México que ver uno de los objetivos, bien realizados y veraces reportajes de Clío. Preferimos ver noticieros y evitarnos la tediosa labor de investigar, conversar o discutir nuestras ideas, veamos mejor los noticieros y sigamos imaginando lo que nos haga falta. Sigamos dormidos y cuando despertemos tendremos que ver lo necesario (requisito indispensable) de contar con un equipo de transmisión televisiva para aspirar a un registro de partido o salir en la tele para ser una opinión autorizada. Ya veremos cuando nos despertemos que las fuerzas políticas de nuestro país nada tendrán que ver con la democracia, cuando menos esa palabra perderá su significado, aunque en realidad no significa demasiado hoy, hoy, hoy... Los mexicanos diremos cada vez menos de nuestras vidas. Nunca hemos tenido el control de nuestros destinos, como país o como personas, pero cada más vez rápido perdemos lo que ya sabíamos y como respuesta nos sentaremos a mirar en la tele como va avanzando nuestra desolación y como cada vez hablaran del mundo de ellos, en el olvido quedaran nuestros sueños y aspiraciones cuando ya nada podamos hacer por intervenir en nuestro propio mundo inmediato. Sólo veamos lo que sucedió con los punteros: Mientras Obrador le hablaba a una sociedad civil inexistente, Calderón (y todos sus etcéteras) vendieron la idea de que esa misma sociedad existe y ha existido siempre, pero ya hizo todo lo que le correspondía y es propio de la democracia enajenar nuestra libertad a quienes deciden por nosotros desde el mismo momento en que enajenamos nuestro voto. Los únicos que entienden nuestro sufrimiento y dolor al pensar son los simpáticos y comprometidos reporteros y conductores de la tele que nos mastican la información, evitando que el mundo se nos haga complicado. Uno de nuestros paladines de la justicia fundó toda su confianza, y la esperanza de los que le siguieron, en el voto x voto y el otro (el presidencial) hizo la venta de su vida ofertándose como el presidente de las tres B: bueno, bonito y barato, en el medio nosotros, pero expulsados de cualquier opinión que no tenga que ver con acudir a una casilla y ya; Es difícil creer que todo lo que podemos hacer por nosotros mismo sea marcar una cruz sobre un rostro y repetir la mecánica tres veces cada año de elecciones. Se decía que los seguidores de Obrador se iban a cansar, pero olvidamos que ya estaban cansados; cada nuevo y hermoso amanecer en este divino país acaba con las fuerzas de vivir y de hablar de miles de mexicanos. México comienza a dividirse en los mundos imaginarios de unos cuantos (los pacíficos, los renegados, los impunes, los objetivos, los radicales, los panistas, los perredistas, los ciudadanos, etc...) gracias a las espectaculares campañas televisivas, y gracias también a que a los mexicanos nos agrada y llena más la alta definición que el mundo rasposo y complicado que nos rodea desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos. Ojalá alguna vez abriéramos los ojos aunque fuera por un momento, ojalá alguna vez la tele deje de bombardearnos con buenos programas o se vaya la luz para poder respirar por un momento, será un buen momento, a pesar de las perdidas millonarias en publicidad y producción de buenos y educativos programas. Podremos en ese momento tener tiempo de pensar y un buen porcentaje de los hombres sin tele se arriesgaran a pensar y talvez comencemos a exceder la tele con un poco de respeto por lo que significa nuestra libertad. IV. Nuestro Santo Patrón del Satélite Morelos II Las televisoras se han regodeado proyectando su idea de mundo del aparato a nuestras cabezas, porque los mexicanos, igual que casi todos los pueblos en el mundo, hemos decidido renunciar a nuestra libertad. Somos libres de proyectar nuestra propia idea de mundo, pero no tendría el mismo alcance que una espectacular telenovela y poco a poco no venimos sumiendo en el miedo y en la protección ficticia de no cambiar. Es tan difícil hablar y ser escuchado que pretender un ejercicio de comunicación resulta demasiado confuso; es terriblemente difícil preguntar y escucharle a alguien sus opiniones e ideas que preferimos decir que ya sabemos lo que piensa y sí no: podemos imaginarlo sin ningún problema. La imaginación entendida en un mal sentido; desaprovechada en la quietud, cuando la imaginación a significado siempre un riesgo, el riesgo valioso de transformar y tomar la muerte como el momento cumbre de nuestra existencia y no como el último descanso. ¡Mundo raro en el que vivimos! Algo es seguro: sin importar lo que pase con el sexenio de nuestro presidente electo, paisano de todos nosotros, y las estrategias emprendidas por los diferentes y contrarios actores de nuestra política nacional, la credibilidad de las televisoras estará intacta. En un futuro cercano podremos ver como entregamos nuestra libertad y nuestro país al mejor conductor de noticias. La imaginación, la libertad y nuestros anhelos seguirán secuestrados en el mejor programa, no podremos ver que estamos enfermando y permitiremos que nos digan cuales son nuestros síntomas, será más fácil dejar que lo hagan, porque lidiar con el dolor es demasiado para un simple ciudadano. Cuando menos tendremos la esperanza de ver reflejados nuestras vidas en algún espejo, talvez en algún lugar se esté produciendo el programa que nos abra los ojos, pero hasta ese entonces todavía nos queda demasiado tiempo y no tantas fuerzas. Podemos también fundar nuestra esperanza en el riesgo de la imaginación, podremos, quizás, corregir nuestras cegueras y dirigirnos con miedo, pero también con esperanza, hacia la transformación de nuestro mundo propio. Que bueno que la imaginación sea indestructible y que esté siempre como supuesto de cualquier persona, que bueno que su presencia pueda salvar, es una lástima que se duerma con los programas de la tele y es una lástima también que nuestras vidas estén, cada vez más, saturadas de ocupaciones y compromisos especulativos; desafortunadamente la conciencia no puede ocuparse de demasiadas cosas en un mismo instante, pero en algún momento tendremos tiempo… en la pausa del elevador que se descompone, en la llegada tardía del colectivo o de la combi, o en el insomnio de una noche, corolario de un día difícil, encontraremos las condiciones para imaginar. Sé que puede sonar como una insensatez; seguir creyendo en la voluntad de los hombres y esperanzarnos con la llegada de un momento de lucidez humana en la cultura golpeada y maltratada de la mexicanidad, pero cuando pase, cuando nos sea posible mirar a los ojos de los demás y advertir comprensión y voluntad de vivir para todos, en ese momento lo entenderemos de forma clara y la existencia de la comprensión común podrá borrar de todos los rostros el miedo. Apostemos por la esperanza y la comunión, soñemos con el momento preciso en que ya no haya otro programa en la tele y podamos conversar para ponernos de acuerdo en el rumbo y dirección que deberemos seguir. Cuando el momento ocurra la esperanza no desaparecerá y con ello tampoco el miedo, pero podremos inaugurar una nueva época de acompañamiento. Sólo con la fuerza de los todos podremos apagar el fuego de nuestra Roma americana. Mientras ocurre sigamos esperando a que nos llegue la serenidad para entender y sigamos repitiendo: Ave tele, los que vamos a morir te saludamos. …¡estoy despierto, estoy despierto!…
(O la razón por la que los locos aprendieron a escribir cuando se les fue el tiempo navegando por los ríos de la casualidad empeñándose siempre en parecer destino a los ojos de los crédulos que jamás comenzaron a terminar lo que ellos no iniciaron basados sólo en la causalidad)
Antes que nada debemos atender a lo siguiente como si fuese una norma: En el difícil mundo de la caridad se aprende con la práctica y en virtud de ella es que se crece día a día; se pueden ofrecer senderos o vías de acceso, pero serán nada más especulaciones dado que cada vagabundo o chepe del mundo es responsable de aprender y desarrollar su propio camino para encontrarse en su propio destino. Sólo estará ahí cuando sus propias habilidades le conduzcan por todo el camino necesario.
El arte de vivir en la calle ofrece una cantidad gigantesca de libertades, pero cada una de ellas acarrea una nueva responsabilidad, por ello, aunque en nuestra mente sólo exista la idea de aquello que andamos buscando no debemos olvidarnos de la observación y aprendizaje de nuestro entorno, a pesar de lo mucho que el entorno disguste a la utopía fantástica de nuestra cabeza, es primordial echar una mirada a la realidad de vez en cuando. Este intento de aportación a la causa tiene que ver con Morelia y tomándola como ejemplo intentaremos esclarecer algunos de los elementos a considerar por todo hombre libre de la hipocresía, de la intolerancia y de las ignominias que causan el agua y el jabón.
Vivir en la selva
Toda ciudad es distinta y única, por lo que sólo se pueden sugerir estrategias de acción, pero lo más importante aquí es desentrañar la esencia de la ciudad para poder manipularle en su ser caritativa, sólo así podremos acercar a las personas a su lado más sensible pa´ que si nos den pa´ un taco.
Morelia es una ciudad con dos caras distintas, no opuestas, pero tampoco emparentadas. Cuando se vive bajo el periodo escolar la ciudad está plagada en calles y negocios por estudiantes, en su mayoría muertos de hambre, pero de buen corazón. Más de uno ofrecerá de 2 a 5 pesos… lo sé, lo sé, es una ofensa, pero debemos recordar que los pobres no tienen más que ofrecer que su buena voluntad porque siguen trabajando toda su vida a cambio de nada… así es este país y debemos aceptarlo tal cual es con errores limitaciones y ladrones… en fin, procuren mantenerse ecuánimes ante la grosería y piensen que entre los estudiantes podrán encontrar los discípulos necesarios para comenzar por fin la dominación mundial.
Y bueno, la otra cara de la ciudad aparece en la época vacacional. Es una ciudad con turistas de cualquier lado del mundo, por lo tanto viene dinero de todos tipos y colores. Sí, fluye más el dinero, pero es más difícil conseguirlo porque la disposición a escuchar la verdad no es tan efectiva como la de los habitantes de la otra Morelia.En está época hay que concentrarse en el centro histórico olvidarse de la periferia es algo que el mismo gobierno hace, a las afueras se vive sin otra ley que el dinero, así que por lógica nosotros no tendríamos demasiada protección jurídica en esos lugares sin ley, así que en Morelia no hay nada que ver más allá de la cantera. Es importante conseguirse un buen refugió cercano al centro porque es allí donde encontraremos una fluyente derrama económica afín a nuestros sueños de dominación mundial. Es bueno mantenerse rondando cerca de los lugares caros y exclusivos, pero no debemos olvidar guardar la distancia con los trabajadores asalariados de esos sitios que suelen ser extremadamente violentos. No piensen mal, no son malas personas, pero son explotados; obligados a trabajar durante toda su vida jornadas dignas del esclavismo se han ido convirtiendo en entes capaces de las actitudes más violentas. Ante tal presión no les queda otra que desquitarse con los siguientes en la escala de los seres menos importantes de la sociedad (Nosotros los vagabundos), pero todo eso cambiará cuando consigamos la dominación mundial y reinemos en una utopía de basura, tierra y comunión.
Cuidado con el Tira
Los espacios abiertos como las plazas públicas no son buenos lugares para nosotros, es difícil ocultarse de la policía y además ellos se muestran más agresivos cuando pueden exhibir todo el poder de la fuerza pública ante los aplausos de los transeúntes deseosos de sangre inocente. Lo recomendable es conseguirse un buen mapa turístico de la ciudad(no se preocupen existen alrededor de 30 distintas versiones) y moverse cerca de los lugares turísticos llegando por los callejones, es cierto que operan asaltantes, pero si somos disciplinados con el uso del agua y el jabón nuestra fragancia podrá defendernos fácilmente de un ataque de estos malositos. Los policías tampoco son malas personas, pero después de no poder golpear a nadie en todo el día pueden sentirse atraídos a golpear salvajemente a algún vagabundo insignificante, antes de desquitarse con algún miembro valioso de la sociedad como les pasa luego en las manifestaciones. No estoy seguro, pero creo que desde tiempos de la conquista opera una ley en Morelia que obliga a bañarse a los ciudadanos para poder seguir sustentando sus garantías individuales. Las sanciones van desde baño obligatorio hasta humillación pública según sea el humor del policía que haga de Juez en el momento de ser denunciado el agravio. Después de no bañarse durante 30 días la persona renuncia a sus derechos constitucionales.Pero todo esto cambiará cuando… bueno ya saben.
No hay una manera efectiva de vivir en el mundo como un vago y evitar siempre las golpizas. Lo más que está en nuestras manos es confiar en nuestras técnicas de camuflaje y desaparecer en la invisibilidad cuando nos persiga alguno. Si hemos podido conseguir algo durante el día tal ves podamos evitar alguna golpiza con un soborno, pero recordemos que nada es garantía. Es importante aprender a no reclamar y quejarse lo menos posible para no ser golpeados con excesiva brutalidad. La única forma de terminar una pelea rápido en estas circunstancias es perder pronto el conocimiento, así que roguemos por golpes efectivos y certeros que inconcientizen con precisión matemática.
Educar a las masas
La juventud será de gran importancia para conseguir dominar con efectividad en el mundo. Es importante que no desdeñemos la participación de los jóvenes en la revolución que se avecina. Es deber de todo veterano el observar a los futuros candidatos de nuestro ejercito. Particularmente en Morelia no existe una organización adecuada de la educación, los conflictos entre los universitarios y las constantes intromisiones de la política en las instancias educativas han puesto a los jóvenes en una posición de ignorancia respecto de los problemas trascendentales. Ante ello es necesario que tomemos en nuestras manos la tarea de educar. Únicamente con la existencia de una sociedad enterada del poder indisoluble de la verdad se realizará por fin la utopía soñada y dominaremos por fin la dirección que deberá tomar el mundo.
Mucho hemos mencionado sobre los problemas trascendentales del mundo, pero poco hemos aclarado al respecto, lo cual constituye una descortesía que ya vamos en camino de reparar. Para aquellos que no lo han escuchado presten atención porque definiremos en las siguientes claves el origen, el sentido y el destino de la vida: rFlsaLD OSD AMMDASDEAE OO = DsdEMR AKKLsaASD-021007-MMMAdsd DES AOA OA DE 45612340` ´DA ´DERYYCX. XXY 30 OCT 03 301207…sssssss…
Me quedé dormido sobre la banca del parque y cuando desperté me dolía la cabeza, comencé a pensar en el tiempo que había pasado y pensé en largarme al campo para buscar la unidad, volverme uno con la tierra, explorar las transformaciones de la conciencia y convertirme al fin en el Zaratustra que siempre quise ser por medio de las transmutaciones de mi espíritu… Sería la única manera de conseguir dominación mundial para mis súbditos y no quedar como uno más de los charlatanes en la plaza que prometen utopías.
Si en algún momento podemos darnos cuenta de que la manera en que vemos el mundo es distinta en cada persona y que, además de ello, no somos calificadores o valuadores, por lo menos certeros, de lo que él otro hace, ello será solamente en la medida en que la responsabilidad de nuestras palabras no se abandone en el relativismo y en la mar de debrayosos intentos por convencer -y no por comunicar- que hay en el ambiente. El relativismo de las opiniones no parece ser razón sustentable que justifique nuestras aseveraciones; no hay palabra que nazca con sentido propio, único e indiscutible para todos los que la conocen o escuchan.
Comencemos con el siguiente ejercicio, (se trata de escuchar):
a)Mi perro ladra un poco.
Cuando te digo mi perro ladra un
poco, aunque no tengas la menor
idea de lo que estoy queriendo
decir o del lugar a donde quiero
llegar, tu tienes el perro ladrando
en la cabeza; la imagen, pues.
b)Mi perro está siempre conmigo.
Cuando yo mismo escribía mi
perro ladra un poco he tenido
que pensar en el sentido que
tenía para mí tal afirmación.
Apoyado en el recuerdo de la última vez que escuché a un perro x ladrar determinado número de ladridos en cierto tono, formé una imagen acorde con mi experiencia sobre la afirmación del inciso a. Aunque mi intención no fuera la de comenzar con este pequeño ejercicio y si fuera la de comunicarte la imagen de mi
perro o la idea precisa de lo que mi perro hacía en ese momento, y tal vez respondiendo a una pregunta tuya, hay que decir que la imagen del perro que ladra en tu cabeza es diferente y otra, de la que está en mi cabeza, aunque la afirmación haya suscitado la aparición de un perro ladrador en tu cabeza, mi perro está siempre conmigo. Cada imagen-perro que se anida en cualquier conciencia-cabeza, al momento de comenzar con este ejercicio, y aún en otros momentos en los que nada tiene que ver el ejercicio desocupado que hacemos aquí, es en cada caso distinto.
Cada vez que un ejercicio de comunicación se comienza es aplicable la misma afirmación sobre la compañía de mi mascota que está siempre conmigo; en distintos momentos se tratará de un perro, una película, un buen libro, un mal libro, una idea o de algo más complejo, pero siempre será mi perro, mi película, mi libro, mi idea y hasta mi Dios. Podríamos tocar terrenos peligrosos y creer que el hecho de que siempre me acompañe mi can es suficiente para afirmar, demasiado pronto, que cada cabeza es un mundo y que la diferencia hace mejor al mundo y a las relaciones, pero sería apresurarnos. Esperemos un momento y veamos si nos comunicamos.
Cuidados Caninos
No hay que ir demasiado apresurados y exclamar la grandeza de nuestra individualidad. No hay que asegurar que fomentar la libertad personal debe ser la tarea ante la falta de criterios de comunicación o de conocimiento, ¿todos somos hijos de Dios y merecemos que nuestras opiniones sean respetadas por el simple hecho de que valen como ideas y no como buenas o malas? Ante eso pregunto: ¿no es esa una idea conformista y, además es eso lo que queremos escuchar siempre en las veces que hemos intentado comunicarnos con alguien a quien no comprendemos de entrada? Las ideas, sean o no ideas formalmente dichas, no siempre son dignas de decoro y aplausos. ¿Por qué no apresurarse? Es simple (aunque no evidente) que no queremos responder afirmativamente a lo anterior y lo que queremos en realidad es eliminar la confusión como sus seriales asesinos, porque de otra manera terminaría habiendo tantos perros en la mesa de discusión que aquellos sería un ladrido de los mil demonios donde la comunicación simplemente no tendría existencia, ni real ni ideal. Ante ensordecedor ruido y berrido canino es imposible comenzar con cualquier intento de comunicación y, en eso, creo, estamos de acuerdo.
Tanto alarido canino, tanta interferencia y niebla auditiva frente al horizonte de nuestra intencionalidad lo único que logra es que todo tipo de confusiones, incomunicaciones y desatenciones nos nublen la mirada y acabemos por sobrevalorarnos como lo mejores dueños de perros que jamás hayan existido. Pero, yo solamente he visto a mi propio perro y no tengo ni idea, aunque quiera fingir que si, de la naturaleza, color o tamaño del perro de mi vecino. Hay que entender que mi perro se queda siempre conmigo y que tu perro nunca dejará de ser el tuyo; aunque lo intentes nunca harás que yo reconozca en tu perro mejor mascota que mi bonito caballo que, como era entendido, a señas le hablara.
Bueno, pero de lo que se trataba era de asesinar sin piedad a la confusión y, por lo menos hasta ahora, parece que en lugar de ello le estamos proporcionando una vida segura en la playa. Viviendo de la calidez de la arena, la frescura del mar, comiendo y bebiendo de la generosa contribución de los lugareños y la camaradería de los turistas, esforzándose solamente para alcanzar su comida y para, de vez en cuando, deshacerse de ella, estamos haciendo un hippie de la confusión y no un cadáver. Bajemos a nuestro ego y
obsesión enfermiza por la individualidad desenfrenada de la hamaca. Si mi perro se queda conmigo, tu perro está determinado también a no ser otra cosa distinta de la imagen, en la cabeza de alguien, de un perro ladrador.
Todo lo que quieras que yo aprehenda de tu perro, cualquier intento por compartir o imponer la belleza de tu animal es inútil; lo que hace es darme la posibilidad de complejizar y enfrentar a mi perro. Lo que ahora se hace es un enorme concurso donde los perros de cada quien son aplaudidos por su pelo o su color. Pretendemos estar ciertos de escuchar los ladridos de los perros ajenos, pero sabemos lo que ocurre de verdad: es a mi propio perro al que escucho. No importa lo hermoso o feo que sea el perro del vecino, echémosle una mirada a lo cuidados del propio. Es imposible que nos declaremos mejores amigos de los canes sólo porque mi perro está mejor cuidado que el perro del vecino. No hay una diferencia entre un patio grande y uno chico, y si la hay, en términos estrictos, no importa; lo real, lo único importante es que nuestro perro está encerrado o libre y es el singular perro en mi cabeza. Para matar a la confusión es necesario que nos quitemos de imponer nuestra propia raza de perro. Matar a la confusión y a la soledad de la incomunicación exige que no brinquemos de gusto cuando escuchamos palabras como: tolerancia o diversidad, solamente porque nos proporciona la posibilidad de no justificar nuestras palabras e ideas, con la responsabilidad que cada hermoso perrito merece. No debemos presumir a los demás la belleza de nuestro perro; tampoco debemos descuidar las condiciones en que vive mi perro apoyados en la idea de tolerar toda diferencia y aplaudirla porque -según yo- todo lo que existe es ya un regalo de nuestro padre y gran creador, o criador, Tata Dios.
Res-pon-sa-bi-li-dad
Si mi perro se queda conmigo soy responsable directo de su alimentación, educación, cuidado y pleno desarrollo desde que nace apenas como un pequeño y tierno cachorrito hasta que, abandonado por el tiempo y mis propias capacidades de criador, muere desahuciado en el rincón. No hay que pasar demasiado tiempo convirtiendo nuestro perro en la mascota más envidiada y aplaudida, al final de cuentas algún día nos daremos cuenta de que los aplausos que nuestro perro recibía en realidad eran aplausos que cada orgulloso amo le daba a su propio canito.
Si, por otro lado, lo único que pretendes es arremeter en contra de todo el mundo y alegar que es porque tu perro nació enfermo que a ti nunca te toca cuidar mascotas agradables, terminaran en algún mal lugar tu perro –que por cierto no tiene la culpa- y tú. No digas que la belleza canina sólo existe en los especimenes de los demás y el tuyo solo está gris, opaco y enfermo, alimentando la desgracia y causando la repulsión presurosa de los demás; no culpes a Dios de la fea imagen de tu amigo, recuerda que Dios siempre se queda contigo.
Nadie vendrá a decirnos que tan bueno es nuestro perro y que tan bello es el suyo. Nadie conoce o verá siquiera desde lo lejos a nuestro ejemplar; aun cuando alguien, bien dotado de talento para la oratoria y con la afortunada elección de palabras y de su acomodo, nos dibuje con certeras palabras la belleza y grandeza de su animal, igual no escucharemos. De nada sirve pensar lo contrario. Alguien dice: mi perro ladra muy bonito y nosotros creemos que escuchamos, pero escuchamos nada más el ladrido característico de nuestro propio perro. El ladrido y el perro de quien afirma a su expresión gutural siempre se quedan con él.
Mi perro se queda conmigo también quiere decir que cuidar una idea es responsabilidad directa de quien la advierte; mi idea se queda conmigo y cuando se la cuento a alguien lo que el Otro ve no es mi idea, sino su propio animal. Si a mi perro no lo cuido y atiendo como es debido se muere y se muere conmigo. Un perro no puede ser robado ni regalado; Dios nos ha hecho libres de elegir, pero no nos hizo irresponsables de nuestros actos y recordemos que a Dios no le debe gustar ver morir a los animales, algún día te preguntará o cobrará directamente por tus perros y no podrás engañarle con que: ¡Me lo robaron! ¡se me perdió de vista solo un segundo! O salirle con el reclamo: me diste uno negro flacucho y yo quería tener uno bonito que los demás admirarán. A Dios cuando se le enfrenta no se le engaña y ¿Qué excusa pondrás? Él fue quien puso como ley aquello de: Mi perro se queda conmigo.
Ego y abandono
El principal problema de la comunicación es en realidad un problema doble que se acompaña siempre. El ego y el abandono siempre se manifiestan con crueldad y destrucción sobre las vidas del amigo del hombre.
Con el problema del abandono podemos lidiar más o menos, aun si lo hacemos solos; mi perro puede mostrarme de frente los signos indiscutibles que le causa mi abandono. Cuando un perro muy querido para mí se muestra sumido en la más desgarradora de las soledades, sólo puede morir triste e inútilmente.
Advertir la muerte dolorosa del canito puede hacer posible que jamás dejemos morir de la misma manera a un próximo can. Esa es la enseñanza del dolor. La solución del problema del abandono es más o menos accesible, pero depende en mucho de la capacidad de dolernos y conmovernos para adquirir conocimiento venido del dolor; al vernos dolidos por la irreparable falta de nuestra preciada mascota, muerta por la falta de alimento y atención, adquirimos la capacidad de alimentar y atender con decoro a la siguiente criatura canina que Dios, o quien lo determine, nos ponga bajo tutela, eso, si no terminamos llorando por nuestra incapacidad de darnos a entender a los demás.
El problema del ego es mucho más fuerte porque atiborramos de cuidados y gracias ficticias a nuestras mascotas, sólo para hacernos orgullosos amos del único perro en el mundo que cuando saluda levanta las patas.
La solución a este peligro requiere de autoconciencia y autocrítica, que en nada se parecen a la autocompasión o la autodestrucción. La cosa no es tan simple, pero tiene salida. Mi perro se queda conmigo, y aunque ladra solo para mí yo soy capaz de comunicarme con el Otro en tanto que me comprende y escucha como un igual a él. Ambos somos amigos de los canes y no amos orgullosos y sordos a los alaridos de dolor de otros canitos. La empatía puede ser la salida si atendemos a intentar comprender.
Debemos ser capaces de entendernos en la medida en que compartimos la pasión por una mascota, idea, objetivo, actividad o un Dios. La mascota no es la misma, pero si nuestra pasión, o puede serlo siquiera. Cuando podamos llegar a entender en el otro las diferencias y semejanzas respecto de nuestra propia persona tal vez nos interesemos auténticamente en las ideas ajenas y busquemos, para encontrar, los medios para comunicarnos. El mundo sería diferente si podemos llegar a comprender al perro de mi vecino por medio del conocimiento y atención desprejuiciada del propio. Si mi perro se quedará conmigo para siempre hagamos que pase el rato más agradable y que sus ladridos sean muestras de comunicación real y efectiva.